A
continuación una transcripción del interesante artículo de Malena Lede, basado
en los escritos del Maestro Osho:
Vivimos
tiempos de depresión y de mucha tristeza y hablar de felicidad parece una
utopía.
Muchos
son los que se quejan por todo lo que creen que les falta y porque siempre
anhelan ser quienes no son; creyendo falsamente que si consiguieran cumplir con
estas aspiraciones serían felices.
Osho afirma que todas
las personas pueden ser felices, porque a diferencia de otros seres vivos, los
seres humanos son libres y tienen conciencia;
y esta condición es la que les permite elegir ser felices o infelices.
Esta felicidad sólo
se siente cuando se toma la decisión de estar alineado con el todo y de encajar
armoniosamente en la totalidad haciendo
lo que se está llamado a hacer, porque eso exige una profunda concentración; y
la concentración es la que produce en la conciencia una profunda alegría.
Para
Osho, el que logra este estado, sin distraerse con otra cosa, está meditando.
La concentración es
un estado de la mente que nos lleva a experimentar a nivel espiritual, más que
felicidad, dicha y alegría interior, estado que se puede lograr cada vez que se
presta absoluta atención.
Todos
tienen oportunidad de experimentar estados de absoluta concentración, cuando
ven un espectáculo que les interesa y los conmueve o una película que los
atrapa hasta el punto de no percibir nada que esté pasando alrededor, cuando establecen una relación con alguien
que los fascina, cuando leen con avidez un libro o cuando escuchan buena
música; momentos que quedan grabados en sus
mentes porque los han conmovido.
¿Por qué las personas
son infelices? Principalmente porque no
hacen lo que les gusta y se pasan la vida haciendo otra cosa, cosas que las
distraen pero las aburren, las deprimen, las vuelven insensibles. Se acostumbran tanto a ser infelices que se
sienten contentos de hablar de ello y hasta le pagan a un psicólogo para que
los escuche.
El
que no disfruta de su trabajo tiene que hacer otra cosa, cualquier otra
cosa, porque vivir con alegría está en
sus manos, porque la clave para sentirse realmente vivo es estar concentrado, atento
y plenamente consciente.
Cada
noche, antes de dormirse, tendrían que pensar en cuál fue el momento más feliz
de ese día. Podrían sorprenderse al
darse cuenta; que la mayoría de las veces no hubo ningún momento que los
conmovió profundamente, nada que realmente valió la pena, lo que puede hacerlos
sentir que perdieron el tiempo, como si
estuvieran muertos.
La
gente se da cuenta que puede sentir una gran alegría interior cuando hace algo
creativo, principalmente, porque lo obligó a estar plenamente concentrado. Pero
para hacer algo creativo tienen que hacer algo que les gusta.
La felicidad no se
relaciona con el éxito, con el dinero, con el poder, el prestigio u otra cosa
material; solamente se relaciona con la conciencia y depende solamente de
nosotros mismos, de qué es lo que lo conmueve a cada uno.
Para
la persona que no es consciente, la felicidad es el placer, o sea, las
sensaciones placenteras del cuerpo, que siempre son pasajeras; porque el placer
produce alivio de la tensión pero no alegría interior.
Muchas
personas viven para ese placer porque están dormidas y no conocen otra
cosa; pasan sus vidas en forma
superficial y de una adicción a otra, adicción a la comida, al alcohol o las
drogas, al sexo, al trabajo, etc.
El
placer se relaciona con lo fisiológico mientras la felicidad tiene un sentido
psicológico; porque la felicidad no es el alivio de una tensión, es algo más
profundo pero sin llegar a ser verdadera dicha, porque aún no se está
plenamente despierto.
El
despertar de la conciencia es salir de la oscuridad y ver la luz, es cuando
desaparecen el ego, las tensiones, las angustias y la ansiedad y podemos sentir
una absoluta satisfacción en un presente perpetuo.
Esa
es la verdadera alegría interior, la dicha, la libertad absoluta; porque la felicidad
es humana pero la dicha es divina.
El
placer es insaciable y es lo que produce la competencia, la violencia, las
guerras; y el que busca placer tampoco puede amar porque utiliza al
otro como medio para conseguirlo, cuando el otro es un fin en sí mismo.
El
placer no es el objetivo de la vida humana porque es algo fisiológico y primitivo,
mientras la felicidad es psicológica y algo más refinada que el placer. Recién la alegría es espiritual, pero sin
llegar a alcanzar el nivel más profundo del ser que es la dicha, que incluye la
alegría interior y es la plena conciencia.
Fuente:
“Alegría, la felicidad que surge del interior”; Biblioteca Osho.
Referencia:
Malena
Lede, “La Felicidad interior”, http://psicologia-malenalede.blogspot.com/2013/02/la-felicidad-interior.html,
15 Febrero 2013.
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