El
Doctor Mihaly Csikszentmihalyi, profesor de psicología, y autor del libro “Fluir
– Una psicología de la felicidad”, nos introduce en el fascinante mundo del
“fluir” y su asociación a uno de los caminos para lograr la felicidad.
Nos
dice:
Hace
veintitrés siglos Aristóteles llegó a la
conclusión de que lo que buscan los hombres y las mujeres, más que cualquier
otra cosa, es la felicidad. Mientras que deseamos la felicidad por sí
misma, cualquier otra meta (salud, belleza, dinero o poder) la valoramos
únicamente porque esperamos que nos haga felices.
Muchas
cosas han cambiado desde el tiempo de Aristóteles. Sin embargo, sobre este tema
tan importante poco ha cambiado en los siglos que han transcurrido.
Hoy
no sabemos más acerca de la felicidad de lo que sabía Aristóteles y, respecto a
saber cómo obtener esta condición tan valorada, casi podríamos decir que no
hemos realizado ningún progreso.
A
pesar del hecho de que hoy estamos más sano y nuestra vida es más larga que en
siglos pasados, a pesar de tenar más recursos monetarios, y a pesar del inmenso
conocimiento científico, las personas a menudo acaban sintiendo que han
malgastado su vida y que sus años han transcurrido entre la ansiedad y el
aburrimiento.
Reflexionando
sobre ¿Cuándo se sienten felices las personas?, lo que “descubrí” es que la felicidad no es algo que suceda. No es
el resultado de la buena suerte o del azar. No es algo que pueda comprarse con
dinero o con poder. No parece depender de los acontecimientos externos, sino
más bien de cómo los interpretamos. De hecho, la felicidad es una condición vital que cada persona debe preparar,
cultivar y defender individualmente. Las personas que saben controlar su
experiencia interna son capaces de determinar la calidad de sus vidas, eso es
lo más cerca que podemos estar de ser felices.
Se
sabe que no se puede alcanzar la felicidad mediante la búsqueda consciente de
ella, y entonces: ¿cómo podemos alcanzar esta meta tan escurridiza que no puede
alcanzarse por una ruta directa?
Mis
estudios durante este último cuarto de siglo me han convencido de que existe un
modo. Es un camino tortuoso que empieza consiguiendo el control sobre los
contenidos de nuestra conciencia.
Todos
hemos vivido ocasiones en que hemos sentido que teníamos el control de nuestras
acciones, que éramos los dueños de nuestro propio destino. Cuando ha sucedido sentimos
una especie de regocijo, un profundo sentimiento de alegría que habíamos
deseado durante largo tiempo y que se convierte en un hito en el recuerdo de
cómo debería ser la vida. Esto es lo que se denomina “experiencia óptima”.
Una
“experiencia óptima” es algo que hacemos para que suceda. Los mejores momentos
suelen suceder cuando el cuerpo o la mente de una persona han llegado hasta un
límite en un esfuerzo voluntario para conseguir algo difícil y que valiera la
pena.
Tener
el control en la vida nunca es fácil, y a veces puede ser hasta doloroso, pero
a largo plazo las “experiencias óptimas”
añaden un sentimiento de maestría que está tan cerca de lo que queremos decir
normalmente como felicidad o como
cualquier otra cosa que podamos imaginarnos.
Desarrollé
una teoría de la experiencia óptima basado en el concepto de “flujo”, el estado en el cual las personas
se hallan tan involucradas en la actividad que nada más parece importarles.
La experiencia, por si misma, es tan placentera que las personas la realizarán
incluso aunque tenga un gran costo, por el puro motivo de hacerla.
“Flujo”
examinar el proceso de conseguir felicidad gracias al control de nuestra vida
interna.
“Flujo”
es la manera en que la gente describe su estado mental cuando la conciencia
está ordenada armoniosamente; gente que desea dedicarse a lo que hace por lo
que le satisface en sí. Al repasar
algunas de las actividades que de forma consistente producen flujo es más fácil
entender qué hace feliz a la gente.
Y
desde luego es crucial aprender a transformar el trabajo en actividades que
produzcan flujo.
Así
se puede entender la felicidad que siente un marinero al tensar una cuerda y sentir
cuando el viento sopla entre sus cabellos, cuando el bote se lanza a través de
las olas como un potro; las velas, el casco, el viento y el mar tarareando una
canción que vibra en las venas del marinero. El marinero está en “flujo”.
Referencia:
-
Citado en: Mihaly Csikszentmihalyi,
“Fluir – Una psicología de la felicidad”, Editorial Kairós, 1ra. Edición
Digital, Julio 2010.
-
Imagen obtenida de: http://continentelij.blogspot.cl/2012/05/el-mar-en-calma-y-viaje-feliz-johann.html,
09 Febrero 2016.
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