Resumen:
Se
menciona la “ley del sembrador”, que dice: “lo que sembramos cosechamos”.
Se
invita que lo aprendido al cultivar un jardín
terrenal, nos permite aplicarlo para
ser jardineros de nuestro corazón, de nuestra mente y de nuestra alma y así lograr
que nuestra felicidad sea más duradera.
La
felicidad de un jardín:
Cuantas
veces en nuestros paseos nos detenemos a apreciar las maravillas de algún
jardín que sale a nuestro paso. Podemos disfrutamos con sus flores, sus fragancias
y múltiples colores. Nuestra vista y nuestro olfato se deleitan de los placeres
que nos da el jardín. Placeres que nos proporcionan momentos de felicidad. Pero…
estos son momentos duran esencialmente el tiempo que apreciamos o permanecemos
en el lugar y esto ocurre porque estamos vivenciando estos placeres en el plano
material.
El
que sean sólo momentos, se nos viene a nuestro pensamiento la pregunta: ¿Qué
necesitamos para que estos momentos sean más duraderos?
Una
respuesta es que permanezcamos más tiempo en la presencia y disfrutando del
jardín. Otra línea de respuesta, es lograr vivenciar en los planos superiores
de la existencia, como es el caso del emocional. Y en este plano, si queremos
que los momentos de felicidad duren más, debemos cultivar el jardín de nuestro corazón.
En
relación al querer prolongar nuestros momentos de felicidad, he encontrado un
artículo sobre la importancia que tiene el cultivar el jardín en el plano
emocional, es decir en nuestro corazón. Se presenta a continuación algunos párrafos
seleccionados (1):
“Cultiva
un jardín”:
-
“Si quieres ser feliz un día, embriágate; si
quieres ser feliz una semana, cásate; si quieres ser feliz toda tu vida,
cultiva un jardín”.
-
Jardín
es edén, paraíso, lugar ameno y delicioso, del cual habla el Génesis, y que es,
no propiamente el lugar del cual venimos y que perdimos por culpa de nuestros
primeros padres, sino la maqueta del lugar donde viviremos por toda la
eternidad. Venir del jardín terreno,
delicioso. Ir al jardín celestial, sublime.
-
Al
hombre del siglo XXI le urge prestar
atención al jardín, el huerto donde el jardinero cultiva flores, hojas de
colores que llenan de brillo y esplendor la naturaleza, y de felicidad al que
las cultiva y las contempla.
-
Al
hombre actual le corresponde la tarea ingente de cultivar el jardín de su corazón para que produzca flores de todos los
aromas y colores, como la confianza, la gratitud, la paciencia, la acogida, la
fortaleza y la solidaridad, en una palabra, las flores del amor, que llenan la
vida de felicidad.
La
ley del sembrador:
Sabemos
que los jardineros hacen uso de la “ley del sembrador”, que fue enseñada por
Jesús y que dice: “lo que sembramos
cosechamos”. Esta ley que normalmente la aplicamos en el plano terrenal
(físico) nos dice que debemos sembrar, abonar y sobre todo cuidar lo sembrado para
que las malezas que siempre están presente sean eliminadas y así lograr una
buena cosecha.
También
podemos ser jardineros de nuestro corazón (plano emocional), sembrándolo con
amor y cuidándolo para que las malezas como el odio, pena, y tantas otras, sean
eliminadas. Así lograremos cosechar bondad,
alegría, motivación y solidaridad, que nos permitirán aumentar nuestro nivel de
felicidad.
El
cuidado de nuestros jardines:
Esta
es una ley que es válida para los restantes planos de coexistencia del ser
humano, como son los planos mentales y espirituales.
Nuestro
desafío es que lo aprendido al cultivar
un jardín terrenal (plano físico), nos
permite aplicarlo para ser jardineros de nuestro corazón, de nuestra mente y de
nuestra alma y así lograr que nuestra felicidad sea más duradera.
Un
abrazo,
Referencias:
-
(1) P. Hernando Uribe, “Cultiva un
jardín”, http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/cultiva-un-jardin-GN6906800,
14 Julio 2017.
- Imagen
obtenida de: https://www.lagranepoca.com/vida/18068-dedicarse-a-la-jardineria-mejora-la-calidad-de-vida.html,
08 septiembre 2015.
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