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viernes, 17 de mayo de 2013

La Educación, la Psicología Positiva y la Felicidad

Un relato de Martin E.P. Selígman que es el fundador de la corriente científica de la Psicología Positiva,  que comenta como su hija Nikki lo ayudo a descubrir su misión de dedicarse a la Psicología Positiva.
 
El Doctor Selígman nos cuenta.
 
Descubrí mi misión mientras limpiaba de hojas el jardín junto con mi hija de cinco años. Nikki. Debo confesar que aunque he escrito un libro y muchos artículos sobre los niños, no se me dan demasiado bien. Soy una persona orientada hacia objetivos y un tanto obsesionado por el tiempo, y cuando limpio el jardín, limpio el jardín. Sin embargo, Nikki iba lanzando las hojas al aíre y cantaba y bailaba. Como me estaba distrayendo, le grite y ella se marchó. Volvió al cabo de uno minutos y dijo:
-      Papá, quiero hablar contigo
-      ¿Si, Nikki?
-      Papá, ¿te acuerdas de antes de que cumpliera cinco años? Desde los tres a los cinco era una llorona. Lloraba todos los días. El día que cumplí cinco años, decidí que no lloraría más. Es lo más difícil que he hecho en mi vida. Y si yo puedo dejar de lloriquear, tú puedes dejar de ser un cascarrabias.
 
Aquello fue una revelación para mí. Nikki había dado en el clavo con respecto a mi propia vida. Era un cascarrabias. Había pasado cincuenta años soportando un clima más bien grisáceo en mi alma y los últimos diez como un nimbo en un hogar en el que brillaba luz del sol. Probablemente toda la suerte que había tenido no se debía al hecho de ser cascarrabias, sino que la había tenido a pesar de ello. En aquel instante decidí cambiar.
 
Había algo todavía más importante: advertí que educar a Nikki no consistía en corregir sus defectos. Lo podía hacer ella sola. Mi objetivo, por el contrario, sería desarrollar aquella fortaleza precoz que había mostrado, que yo llamo examinar el alma, aunque la denominación formal sea “inteligencia social”, y ayudarla a modelar su vida en torno a ella. Dicha fortaleza, bien desarrollada, actuaría de barrera contra sus flaquezas y contra los avatares de la vida a los que sin lugar a dudas tendría que enfrentarse. Entonces caí en la cuenta de que educar a los hijos era mucho más que evitar que vayan por el camino equivocado. Consistía en reconocer y desarrollar sus fortalezas y virtudes, y ayudarlos a encontrar el espacio en el puedan expresar de forma plena tales rasgos positivos.
Pero si situar a las personas en los lugares en que mejor pueden emplear sus fortalezas proporciona ventajas sociales, ello tiene también implicaciones importantes para la psicología.
¿Puede haber una ciencia psicológica que se centre en lo mejor de la vida? ¿Puede existir una clasificación de las fortalezas y virtudes que haga que valga la pena vivir?
¿Pueden los padres y los profesores emplear dicha ciencia para educar hijos fuertes y con una buena capacidad de recuperación, dispuestos a ocupar su lugar en un mundo que les ofrece más oportunidades para realizarse?
¿Pueden los adultos a enseñarse a sí mismos mejores formas para alcanzar la felicidad y realizarse?
 
Una psicología más apropiada para los niños de todo el mundo considerará  que las motivaciones positivas –la amabilidad afectuosa, la capacidad, la libertad de elección y el respeto por la vida- son tan auténticas como los motivos más oscuros. Se interesará por sentimientos positivos como la satisfacción, la felicidad y la esperanza. Se planteará cómo los niños adquieren las fortalezas y las virtudes cuya puesta en práctica conduce a tales sentimientos positivos. Se planteará cuáles son las instituciones positivas –familias unidas,  democracia, un círculo moral amplio- que fomentan tales fortalezas y virtudes. No guiará por vías mejores que conducen a la buena vida.
  
Así mi hija Nikki me ayudó a descubrir mi misión de dedicarme a la Psicología Positiva.
 
Referencia:
Martin E.P. Seligman, "La Autentica Felicidad", Ediciones B.S.A., 2011, Buenos Aíre, Argentina, Marzo 2012, pp54.

1 comentario:

  1. Querido hermano Victor Hugo, me ha gustado mucho lo leído, y desde ahora me va a encantar que puedas compartirnos material que tanto nos sirve. Nunca es tarde para comenzar a empezar y sobre todo te agradezco porque ahora tengo la herramienta para acceder a esta información. Mis hijos para mi cumpleaños me han regalado el notebook con el que recibo este correo.

    Con cariño Carmen Gloria Vergara Medina de Coña

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