“… ¡el camino de Jesús
nos lleva siempre a la felicidad! … si nosotros seguimos su camino”. Papa
Francisco.
Resumen:
¿Cómo se logra ser
feliz?
Desde el punto de vista
de los cristianos, la respuesta es directa y es que Dios nos da la felicidad.
Desde los Evangelios,
que son los textos que narran la vida de Jesús, nos proporciona la buena
noticia de Jesús que nos indica que vivimos para ser felices.
El énfasis de los
Evangelios es como lo indica el Papa Francisco:
“…
¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! … si nosotros seguimos su
camino”.
Los Evangelios nos
expresan los “caminos” que deberíamos seguir:
-
Lograr una plenitud de vida, a
través del Sermón de las Bienaventuranzas (Mt 5).
-
Hay que buscar el Reino de Dios y
su justicia, porque lo demás viene por añadidura (Mt 6,33).
-
Entender lo que insiste a Marta,
sólo una cosa es necesaria (Lc 10, 42).
Jesús atraía a las
personas porque siempre los animaba y por la felicidad que irradiaba, invitándolos
a un nuevo modo de vivir, porque el vivir así se es feliz.
Dios nos da la felicidad:
Cada vez más nos vamos sensibilizando
que vivimos para ser felices. Y desde luego una de las interrogantes es ¿cómo
se logra ser feliz?
Desde el punto de vista
de los cristianos, la respuesta es directa y es que Dios nos da la felicidad.
En el artículo: “La Fe
en Dios es Felicidad” (1), se ha citado lo planteado por José Andrés Pimentel,
que indica:
La
manera de ser felices se presenta de manera simple en las escrituras: la
obediencia a Dios es placer. La fe en Cristo es alegría.
…
aprendemos que Dios es el autor de la felicidad. La felicidad tiene sus
orígenes en Dios. Es diseñada y planeada en el cielo para manifestarla en la
tierra a los hijos de Dios. Dios es infinitamente feliz él mismo, y Él comparte
esa felicidad con sus hijos. Esta forma de vida nos permite disfrutar del mundo
tal como es. Reconocemos que Dios ha creado el mundo para su gloria y nuestra
felicidad. En conocer a Dios personalmente, su amor y su bondad, encontramos
una manera acertada y saludablemente de ser felices.
En palabras del Papa
Francisco (1):
“…
¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! … si nosotros seguimos su
camino”.
Con el propósito de
profundizar más en la relación de la fe y la felicidad, se adjunta extracto del
artículo del Pbro. José Carlos Fernández: “Felicidad empieza con fe” (2):
Felicidad
empieza con fe (2):
¿Hay relación entre
felicidad y fe?
…
Ahora bien, Cristo
es la plenitud del mensaje cristiano, y desde esta perspectiva, la felicidad
propia del cristiano. ¿Este mensaje tiene que ver con ese deseo que todos
tenemos de ser felices?
Los libros que
narran la vida de Cristo se denominan “Evangelios”. Evangelio, significa buena
noticia. Y si es buena noticia… no hay mejor noticia que la de ser feliz.
En su predicación Cristo habla de una plenitud de vida: en el Sermón de las
Bienaventuranzas (Mt 5), poco tiempo después recalca que si se busca el
Reino de Dios y su justicia lo demás viene por añadidura (Mt 6,33), y le insiste
a Marta, afanada por atender muchas cosas del hogar, que sólo una cosa
es necesaria (Lc 10, 42).
También Cristo habla
sobre destinos y actos del hombre que no conducen a la felicidad: y así
contrapone la vida del rico que tiene banquetes diariamente a la de Lázaro (Lc
16, 19-31), se encuentra con un joven rico que rechaza la llamada de Jesús a
seguirle y se va triste (Mt 19, 22) y muestra lo absurdo del mero acumular
riquezas. Estos pasajes, que son una muestra y que podrían ser otros, muestran
que no todo lo uno hace se acerca a la plenitud. La plenitud está en el
seguimiento a Cristo, y eso es un tipo de relación, de vocación.
Lo que Jesús nos
trae no es algo, en el sentido de una cosa, sino un nuevo modo de vivir.
Y si vives así, eres feliz: ciertamente en el más allá de un modo pleno
y total, pero ya aquí de un modo incoado, pues ese nuevo modo de vivir empieza
en este mundo. Curiosa coincidencia con la doctrina aristotélica: una
actividad, un modo de vivir, que te hace feliz. Con lo cual, la doctrina
de Cristo no se presenta como un elemento de felicidad, sino como la única
felicidad. Si tienes esa vida, no te hace falta nada más, y si no la
tienes… te hace falta todo.
Esa vida
cristiana consiste en la participación de la vida divina, que logramos con la
gracia: y esa vida divina consiste en amor.
He aquí la actividad más propia del hombre. En el ser humano, ese amor, ese
darse, genera la familia. La donación perfecta del hombre hacia la mujer
y de la mujer hacia el hombre forman la familia. Y vivir así tiene
consecuencias prácticas: la aceptación de los demás, la difusión del amor… y la
capacidad de atraer a otros.
Jesús atraía,
resumiendo tantas características de su mensaje, por la felicidad que
irradiaba. Se entiende por qué la gente que le seguía era feliz. A pesar
del mundo convulso que les rodeaba.
El cristianismo
tiene hoy y siempre el gran reto de ser esa fuente de felicidad,
mostrando la vida según el amor que Dios le tiene a cada hombre. Porque
una persona feliz, cuando acudes a ella, te levanta, no te hunde. Como Jesús
con la adúltera, con Zaqueo, con Mateo, con los apóstoles… y con cada uno de
nosotros que elija seguirle.
El mensaje de Jesús:
Los Evangelios son los textos
que narran la vida de Jesús y como “evangelio” significa buena noticia, que
mejor noticia que nos entrega Jesús que nos indica que vivimos para ser felices.
El énfasis de los
Evangelios es como lo indica el Papa Francisco:
“…
¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! … si nosotros seguimos su
camino”.
Los Evangelios nos
expresan los “caminos” que deberíamos seguir:
-
Lograr una plenitud de vida, a
través del Sermón de las Bienaventuranzas (Mt 5).
-
Hay que buscar el Reino de Dios y
su justicia, porque lo demás viene por añadidura (Mt 6,33).
-
Entender lo que insiste a Marta,
sólo una cosa es necesaria (Lc 10, 42).
A su vez, nos hablan
sobre destinos y actos del hombre que no conducen a la felicidad:
- No
buscar recompensas en la tierra sino en el cielo. Lo expresa al contraponer la
vida del rico que tiene banquetes diariamente a la de Lázaro (Lc 16, 19-31).
- Lo
absurdo de acumular riquezas. Nos relata sobre el rechazo del joven rico al
llamado de Jesús a seguirle y que se va triste (Mt 19, 22).
Con su magnetismo Jesús
atraía a las personas, porque siempre los animaba y por la felicidad que
irradiaba, invitándolos a un nuevo modo de vivir, porque si se vive
así, se es feliz.
Un abrazo,
Referencias:
(1) Citado
en: Víctor Hugo Ramón Vergara Medina, “La Fe en Dios es Felicidad”, https://prisma101-1.blogspot.com/2020/10/la-fe-en-dios-es-felicidad.html,
22 octubre 2020.
(2) Citado
en: Pbro. José Carlos Fernández, “Felicidad empieza con fe”,
https://www.prensalibre.com/vida/felicidad-empieza-con-fe/,
24 diciembre 2020.
(3) Imagen
obtenida de: https://fr-fr.facebook.com/ArcangelesdelBuenPastor/posts/2959564920730138/,
consultado 19 febrero 2021.
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