Un entrevista muy especial a
Sor Lucía Caram, Monja Dominica,
realizada por Jesús Bastante. A continuación algunos interesantes temas
planteados por Sor Lucía.
-¿Cómo se habla de la felicidad en el mundo de hoy?
-Se habla de ella desde diferentes puntos de vista, pero creo que al
final todos terminamos coincidiendo.
…
Todo tiene que conspirar para que seamos felices. Es una
riqueza impresionante saber que nuestra vocación es la felicidad, aunque
algunos se equivoquen de camino. Todos buscamos la felicidad, que es algo que
tenemos dentro. Lo que hemos compartido en estos días es que la felicidad,
darse y compartir son prácticamente sinónimos.
-¿Quien ama es feliz?
-Sí, yo creo que ésa es la conclusión a la que hemos llegado. Cuando te
preguntan si alguien que está en una situación de pobreza y sin dignidad es
feliz... no queda claro que el que menos tiene sea más feliz. De lo que te das
cuenta es que lo que ayuda a la gente a salir adelante, y lo que les da la
felicidad, es amar y sentirse amado por alguien. Y esto es un motivo para
salir más allá de su situación.
-¿No hay
días que es muy complicado tener esa actitud feliz?
-No tenemos las cosas fáciles. Pero yo, la verdad, cada día me siento
con más fuerza. Estos días me preguntaban cuál es la receta de la felicidad.
Yo creo que consiste en hacer un camino de retorno al propio corazón,
reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestra historia, y descubrir de lo
que somos capaces. A partir de ahí, abrir los ojos y contemplar a la humanidad,
a las personas que tienes a tu alrededor, crear un puente y salir de ti mismo.
No puedes volver egoístamente a tu mundo y tus problemas cuando ves todo lo que
está pasando. Eso también es un estímulo para trabajar con los otros, y cuando
ves que son muchos los que crean alternativas, los que quieren dar su tiempo...
te da una fuerza impresionante. Yo creo que es muy importante darnos tiempo
para procesar las cosas, para que todo repose. Pero no podemos perder el
tiempo: hay gente que lo está pasando muy mal. Y todos somos corresponsables.
No podemos decir "éste no es mi problema", porque luego tendremos
otro problema más grande. Con lo cual, esta maldita crisis que estamos viviendo,
yo creo que está siendo una bendita oportunidad de compromiso, de solidaridad,
de darnos cuenta de que nos habíamos creado muchas necesidades absolutamente
prescindibles, y que muy pocas cosas son importantes. Posiblemente sólo una es
importante: amar y sentirnos amados.
…
-¿Qué hace una monja de clausura pasando tanto
tiempo fuera? ¿No te dirán los críticos que la clausura es estar dentro, que
estás haciendo demasiadas cosas? ¿No te preguntan que por qué te metiste a
monja de clausura, si estás todo el tiempo fuera del convento?
-Yo entré en la vida religiosa porque quería hacer cosas para ayudar a
la gente. Después de formarme, estudiar teología y estar unos años en frenética
actividad, trabajando en las villas del gran Buenos Aires, sentí una
profunda nostalgia, o necesidad, de algo más. No sabía bien qué era. Fue cuando
di el paso y entré al monasterio. Estuve cinco años viviendo en Torrente,
Valencia, y fueron años de gran felicidad para mí. Cinco años en lo hondo
del surco: tiempo de silencio, de oración, de reflexión, de pasar las cosas por
el corazón, de renovar amores... de tomar fuerza. Después me fui a Manresa.
Con toda esta fuerza y esta inquietud que tenía dentro, descubrí que la
vida contemplativa no era sólo contemplar para adentro, sino contemplar, como
dice Felicísimo Martínez, "con los ojos abiertos". Esto me cambió
la vida porque, si tú ves, no puedes quedarte con los ojos cerrados. Es la
imagen de la zarza que arde sin consumirse. ¿Qué es lo que le inquieta a
Dios? Que ha oído los clamores de su pueblo y no lo puede soportar. Por eso
nos envía. La gran manifestación mística y espiritual a Moisés es ésta: que
Dios no lo soporta, y nos envía.
A partir de ahí fue todo movimiento: descubrí que mi claustro no son
los límites del monasterio, sino también el mundo. Reconozco que es un caso
atípico, por eso tengo una vida muy activa. Pero gracias a mi comunidad y a mi
estilo de vida, tengo también mucho tiempo de contemplación y de estudio. Mi
día empieza a las 5 y media de la mañana, y hasta las 9 y media o 10 de la
mañana, estoy dedicando mi tiempo a la oración y a la reflexión. Si no, sería
imposible hacer lo que estoy haciendo. Con lo cual, a los que me preguntan que
por qué no dejo la vida contemplativa, les contesto que no tengo por qué dejarla.
Al contrario: yo creo que ahí está la riqueza de carismas dentro de una
comunidad, y que la vida contemplativa a mí me exige esto en estos momentos.
Dicen que todos los dominicos siempre tienen que citar a Santo Tomás.
Pues bien, Santo Tomás, cuando se pregunta por la vida activa y la vida
contemplativa, y por cuál de las dos es lo más perfecto, llega a la conclusión
de que la vida mixta. Porque es mejor arder e iluminar, que sólo arder o
sólo iluminar. Para iluminar tienes que arder. Nadie da lo que no tiene.
Por tanto, mi lema, en este sentido, es "contemplar y dar lo
contemplado".
Sor Lucía Caram: "Jesús
pasó por este mundo quitando cruces, no poniéndolas"
Jesús Bastante
19 Abril 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario