A
continuación Gustavo Coronel, al cumplir sus 80 años, nos dice que no hay una
receta general para la felicidad, pero sí una aproximación general de los
ingredientes, en la que la dosis de cada uno de los componentes será siempre a
la medida individual:
-
Primero que todo, el matrimonio no es
indispensable pero ¡como ayuda!.
-
Tener una brújula moral compuesta de
los principios y valores que aprendimos en la escuela y en el hogar y no
perderla
- No entregar esos principios y valores
por pretender obtener beneficios materiales.
Quien hace la pequeña entrega está en camino de
hacer la grande. Nunca podremos engañar a nuestro corazón
-
Sentirse cómodo interactuando con
humildes y poderosos, porque todos tenemos un substrato de sencillez
-
Llegar a nuestras propias
conclusiones, sin aceptar a priori la conclusión a la cual puedan llegar otros,
no importa cuán importantes
-
Vivir en nuestros propios términos.
Nadie
nos conoce mejor que lo que nosotros nos conocemos
-
Llegar a desear esencialmente lo que
podemos obtener.
Somos un punto en una gradación infinita, en la
cual siempre habrá quienes tengan “más” y quienes tengan “menos”
-
Descubrir temprano en nuestra vida el
placer de dar y el valor del gran gesto
-
Andar siempre tatareando una melodía
-
Desear ser apreciados, para lo cual,
como decía Adam Smith, es preciso esforzarse en ser apreciables
-
Ejercitar la cortesía y ver cómo es
correspondida con creces con la cordialidad
-
Desear aprender algo nuevo cada día.
Esto me lo decía Arturo Uslar Pietri , como
respuesta a mi pregunta de cómo lograba mantenerse tan alerta cerca de los 90.
Referencia:
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Citado en: Gustavo Coronel, “Los
ingredientes de la felicidad”, http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/6137726.asp.
Miércoles, 17 de julio de 2013
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