A
continuación extractos del artículo de Carlos Padilla Esteban, sobre la
felicidad que nos da Dios:
Hay
una frase que siempre me ha dado qué pensar: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad siempre
alegres”. Es como si Dios me pidiera que estuviera siempre alegre. Que no
me agobiara por la vida. Que descansara de verdad en sus manos y viviera
confiado lo que tanto me turba.
Su
misericordia no exige sonrisas en el dolor y alegría en el drama. Conoce mi
corazón. Sabe cuándo estoy turbado y se conmueve. Entiende mis tristezas y mis
lágrimas.
Ha
pisado conmigo el camino de mi calvario y se conoce de sobra los clavos que me
duelen. Ha llorado mis lágrimas y tocado mi herida en su herida. No creo en ese
Dios que pide lo imposible.
Pero
es verdad que las palabras de hoy me alegran. Me gustaría estar siempre alegre. Suena como música celestial. Yo no
puedo. Pero Dios lo puede hacer posible. No sé bien cómo. Pero para Él nada es
imposible.
Miro
mi corazón y me pregunto: ¿Me han educado para la alegría? ¿Dónde me han
enseñado a buscar mi felicidad?
Tal
vez he escuchado desde pequeño que la felicidad se encuentra en el éxito. Fuera
de mí. En las circunstancias favorables. Y por eso me he turbado al cosechar
fracasos, al lamentar la mala suerte.
Me
han dicho que sería feliz si mi aspecto era apreciado por todos. Y me he
entristecido al escuchar críticas y desprecios. Me han dicho que sería feliz si
lograba todo lo que anhelaba. Y me he quedado mudo y triste al acariciar la
impotencia por no lograr las metas marcadas.
No,
no es esa la felicidad verdadera. Tal
vez la verdadera felicidad se encuentra en mi corazón.
Miro
a Dios. Le digo que quiero ser feliz así. Aceptando mi vida sagrada. Besando mi
camino sagrado. Él sabe mejor que yo lo que necesito para llevar una vida
plena. Me conoce y sabe hasta dónde llega mi fragilidad. Me sostiene.
La
fragilidad no nos hace infelices. Al menos no debería. Porque cuando somos
débiles experimentamos el abrazo de Dios sosteniéndonos. Tampoco el sufrimiento
debería hacernos infelices.
Nadie nos puede
quitar la felicidad. Porque descansa en el corazón de Dios. Porque confiamos en
su amor que nos sostiene en los momentos más delicados. Porque sabemos que no
se baja de nuestra barca en medio de la tormenta.
Jesús
es el sentido de mi vida y la causa última de mi alegría. Cuando hoy me dice
que esté alegre, no me impone un imperativo moral. No me exige una felicidad
que no puedo fabricar con mis manos.
Simplemente me pide
que madure, que aprenda a colocar mi felicidad en el lugar correcto, que
aprenda a confiar y a dejar en sus manos lo que yo no controlo y abarco.
Me
dice que sabe que habrá momentos en los que no sepa sonreír, o no me queden
fuerzas. Y que no importa, porque sabe que mi felicidad está más allá de mis
sonrisas. Que mi felicidad se construye
sobre la confianza en Dios, sobre el abandono en sus manos.
Referencias:
-
Citado en: Carlos Padilla Esteban, “La felicidad está más
allá de las sonrisas”, http://es.aleteia.org/2015/12/11/la-felicidad-mas-alla-de-las-sonrisas/, 11 Diciembre 2016.
-
Imagen obtenida de: http://prinssdedios.tumblr.com/, 05
Enero 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario