A
continuación se transcribe el correo de www.formarse.com.ar,
sobre la responsabilidad de cada uno de ser feliz:
Se
indica:
Un
ejecutivo preguntó al Maestro cuál creía él que era el secreto de una vida
dichosa y afortunada.
-
Hacer feliz cada día a una persona
–respondió-.
Y
tras unos breves instantes, dijo:
-
Aunque esa persona seas tú mismo.
Hizo
otra breve pausa y añadió:
-
Sobre todo si esa persona eres tú
mismo.
En
mi opinión, esto de hacerse feliz a uno
mismo va aún más allá de ser una responsabilidad que Dios entrega cuando
entrega la vida: llega a ser una obligación.
Me
gusta imaginar que cuando uno se presente ante Dios –para quien no crea en
Dios, ante su propia conciencia, que en este caso hace la misma labor- y haya
que presentar un inventario de la propia vida, la cuestión principal será: ¿Has
sido feliz?, o tal vez ¿Te has hecho feliz?
Dios, o la Creación,
o la Vida, o el Mundo, han puesto a nuestro alcance, para todas las personas
–que somos seres dotados de sentidos, o sea, de capacidades de disfrute- miles de cosas que nos pueden hacer
disfrutar, contentarnos, gozar, alegrarnos… pero nos ha provisto de algo que
aún es más grandioso: la capacidad de ser felices.
Algunas personas
dejan su felicidad en las manos de otros y luego se lamentan de que no les
hacen felices. Y la felicidad es un asunto que no
ha de depender de las condiciones externas, porque es algo íntimo, que se
siente dentro, y no tiene nada que ver con las circunstancias ni con las
alteraciones del exterior. Uno puede estar triste o furioso y a pesar de ello
seguir siendo feliz, porque son estados emocionales transitorios mientras que la felicidad es continua, incluso aunque no
se esté demostrando con una sonrisa.
Insisto
en que la felicidad propia es
responsabilidad de cada uno, aunque es bienvenida cualquier felicidad que venga
de fuera, pero si viene de fuera se ha de recibir como un extra, como un
regalo, y no poner expectativas en que son los otros los que tienen que hacerlo
y de un modo obligatorio, porque eso va a crearnos frustración.
En
realidad, los otros, como cada uno,
están pendientes de su propia felicidad, y, aunque ocasionalmente hagan
algo por la felicidad de uno, lo harán de un modo altruista y voluntario. En
esto, no debemos esperar de los otros ni exigir a los otros.
En
la mayoría de las ocasiones cada uno tiene la opción de hacer elecciones, y
aunque no se pueda elegir el trabajo, el esposo o las relaciones que a uno le gustaría
tener, sí se puede elegir todo lo que está dentro de uno.
Me
refiero a que uno sí puede elegir y decidir su respuesta ante las situaciones
que se presentan, ya sean de aceptación o de frustración y enojo, y puede
aceptar lo que hay con naturalidad y sin oposición o puede amargarse la vida y
estar desilusionado porque todo le parece un fracaso.
La
frustración es causa de estancamiento, de tristeza o depresión, de angustia y
pérdida de autoestima; es una autoagresión que es conveniente evitar porque no
aporta nada positivo: en su caso todo es negativo.
La
aceptación de la realidad, cuando estamos en una realidad que no es
satisfactoria y deseamos modificar, deja el ánimo predispuesto a la intención
de activarse y buscar una solución –cuando ésta es posible- o de renunciar sin
que eso cree una sensación de rabia o de fracaso.
Las
cosas suceden, y no siempre y todas dependen de cada uno, y la tolerancia y la
comprensión de ello aporta paz y serenidad al alma, y tranquilidad al Ser
Humano.
La
resignación no es propiedad de cobardes rendidos sino de sensatos que quieren
respetarse y cuidarse.
La
mansedumbre ante lo inevitable no es el símbolo del fracaso sino de la
sabiduría.
Y uno debe
preservarse siempre. Ponerse a salvo. Evitarse cualquier tipo de dolor o
sufrimiento. Eso se llama respeto. Y es la base para que se instale con firmeza
la felicidad.
Quien
es agresivo, colérico, indignado, y está enfurecido a menudo, se lo pone
difícil a la felicidad. Parece que no le deja un espacio sano en el que
instalarse.
La toma de conciencia
en lo más profundo -donde Uno Mismo nace y Es-, de que la felicidad es un
asunto propio y prioritario, marca la tendencia y el inicio del modo de ver y
vivir la vida.
Esas
cosas que nos suceden y que parece que se oponen a nuestra felicidad, se pueden
relativizar – las cosas pueden no ser tan graves como aparentan y no llevan una
carga tan onerosa como creemos notar - y se pueden desdramatizar y ponerlas en
su sitio real despojándolas de los adjetivos dramáticos con que las hemos
bautizado.
Todo lo que se haga
por la felicidad es válido, excepto aquello en que uno actúa con el
conocimiento de que con ello va a perjudicar a los otros.
Y aún en estos casos y en algunas ocasiones está justificado.
Uno tiene derecho a
ser feliz, y es bueno quitarse del pensamiento -y del modo de ser o del
inconsciente-, cualquier cosa que nos boicotee o que no nos ayude a lograrlo.
Uno se merece la
felicidad, uno puede y debe ser feliz, y uno ha de evitar que la infelicidad o
la tristeza enquistada acaparen y condicionen la propia vida.
Es un buen propósito,
uno de los mejores: procurarse la felicidad.
¿Dónde
está tu felicidad?
¿Cómo
puedes aumentarla?
¿Qué
trabas le pones para que se manifieste?
¿Por
qué la pospones?
¿Por
qué no la promocionas al lugar importante y prioritario que le corresponde?
¿No
te estarás olvidando de una parte – tal vez la más importante- de las cosas que
puedes hacer en tu vida y con tu vida?
Te
dejo con tus reflexiones…
Referencias:
-
Citado en: Correo info@formarse.com.ar,
“ HAZTE FELIZ (Es tu responsabilidad)”, 23 Enero 2016.
-
Imagen obtenida de: http://juntandocorazones.ning.com/profiles/blogs/dia-10-de-setiembre-felicidades-y-les-dejo-esto-para-seguir-pensa?xg_source=activity,
25 Enero 2016.
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