Cuando se es invitado
a compartir las ceremonias de formalización de una relación, indudablemente
llegan a nuestra memoria los recuerdos maravillosos de años atrás cuando uno
hizo la misma invitación del Salmo “Ven amada mía”, de la antífona:
Ven amada mía, Ven a mi jardín...
Pero quizás esa vez
no entendía que toda relación es como un jardín. Que lo aprendemos con el
caminar por la vida.
Cuando uno se
involucra con una relación y se casa por el civil, se nos entrega un certificado,
que a veces quisiéramos que fuera un manual de cómo salvar muchas situaciones
que nos pasan, pero con los años se entiende que es un certificación que nos faculta
como jardineros, y descubrimos una enseñanza muy importante: debemos trabajar unidos
todos los días en nuestro jardín.
Y todos sabemos los
cuidados que requiere un jardín.
Cuando decidimos comprometernos
con nuestra relación y nos casamos por la Iglesia. También se nos entrega un
certificado, que nos garantiza que siempre contaremos con el amor de Dios. Y desde
luego, también un enseñanza: Para un jardín es muy necesario la energía del
sol, que está latente siempre aunque a veces este nublado. Pero hay una energía
más poderosa, que nunca se ve pero que siempre está presente entre nosotros,
que es la energía del amor de Dios.
Es algo que debemos
siempre tener presente en nuestras relaciones y en especial en nuestro
matrimonio: debemos cuidar nuestro jardín,
trabajando unidos cada día y siempre saber que contamos con el amor de
Dios.
Con el tiempo
comprendemos que estas enseñanzas son mucho más valiosas que cualquier manual
de cómo hacer las cosas, porque contamos siempre con el apoyo y la bendición de
Dios que quiere que seamos felices y disfrutemos cada día de nuestro
maravilloso jardín.
La invitación inicial:
Ven amada mía, Ven a mi jardín...
Podemos decir que es
la invitación inicial, en el principio de la “conquista”.
Posteriormente, en el
camino de la vida, si descubrimos la esencia de los certificados, disfrutaremos
de las flores y de todas las maravillas de nuestro jardín, porque Dios siempre
quiere que este florido… que disfrutemos de la vida… que seamos felices.
Referencias:
-
Víctor Hugo Ramón Vergara Medina, “Una
relación es un jardín”, Marzo 2016.
-
Imagen obtenida de: http://www.fotosearch.es/IMZ116/rga0028/,
08 Marzo 2016.
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