Los grandes aprendizajes vitales ocurren después de haber
sufrido. Y, si bien el dolor es inevitable, cuando lo transitamos con toda la
rabia, la pena o la impotencia que trae, transforma. No se trata de vencerlo,
sino de aprender a caminar con él y, a la vez, asumir con valentía la
obligación de ser felices."
-¿Por qué ubica a la felicidad como un
deber moral?
-Porque si no la asumimos como tal, tenemos mil excusas para no
alcanzarla y aferrarnos a lo que nos aflige. Las personas felices no son aquellas que no tienen problemas. Son las
que decidieron levantarse hoy con una sonrisa inmensa en los labios y una pena
gigante en el alma. Esto refleja más una actitud que una realidad concreta.
Elegir disfrutar el presente es la única conciencia de felicidad que puedo alcanzar.
No puedo controlar nada más. Cuando todo el mundo siente que tiene la
obligación de dar lo mejor de sí, construye una mejor sociedad.
-¿Qué valor le da al dolor?
-Es algo inevitable y va a ocurrir igual. Pero quien se arriesga
a abrir esa encomienda, aprende. ¿Qué cosas? La valoración del presente, la
capacidad para agradecer, se aprende a tener una escala de prioridades distinta
y actuar en consecuencia. La vida se ordena. Aunque también se puede aprender
desde la felicidad. De hecho, es difícil tomar la decisión de ser feliz si uno
no ha sufrido. Pero lo que trae dolor es un misterio que al inicio uno no logra
descifrar. Ese misterio se vincula a preguntas interiores. Al aumentar el
espacio de preguntas, surge una invitación al crecimiento. Hay un sentido
transformador a descubrir. Porque, si no, uno no sólo la pasa mal, sino que no
entendió nada de la vida.
-¿Cómo se sana?
-No se sana. Las penas grandes no se superan, y muchas veces se
reactivan y hay que caminar con ellas. Y en ese transitar hay días buenos y
malos. Pretender más que eso es darle al ser humano una omnipotencia que no
tiene o anhelar un ideal que no existe. No por el sólo hecho de que el tiempo
transcurra los dolores, que siempre deben ser respetados y escuchados,
decantan. Pero elegir ser feliz es un esfuerzo. Las maratones, por ejemplo,
muestran la necesidad del ser humano de hacer algo que cueste, de probar los
límites en relación a la capacidad de resistencia. Siempre lo que más se
disfruta en la vida es lo que más nos ha costado.
-Afirma que el apego es la mayor causa de
sufrimiento humano?
-Sí, con las tendencias posesivas, se sufre más. Uno nace y
muere solo y debe aceptar las partidas y las pérdidas, aunque nunca se esté
preparado para ellas. Esa habilidad se desarrolla en el camino, macerando que
quien se fue, siempre algo nos dejó. Y cuando uno entiende que nada es nuestro
y que el amor superior se antepone a uno, se es capaz de soltar a pesar del
desgarro. Es un salto de evolución. Creer, por ejemplo, que nuestros hijos siempre
nos van a sobrevivir, es esperar de la vida una linealidad que no tiene.
Nuestras seguridades no pueden estar puestas fuera de nosotros.
Referencia:
Pilar Sordo "La felicidad es un deber moral"
29 de abril de 2012
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