A
continuación extracto del artículo de Anna Bolena Meléndez, que nos enseña que
sea lo que sea que nos suceda en la vida, todo es cuestión de actitud y la
felicidad no es la diferencia.
Nos
cuenta:
Desde
que soy pequeña, mis padres me dieron una difícil encomienda: “Tu única obligación es ser feliz”, me
dijeron, y con eso me prepararon para la tarea más compleja de la vida.
La felicidad es como
un mantel, un gran mantel de cuadros sobre una pradera
soleada, con vino, quesos, frutas, chocolates para darnos un gran festín.
Pero
el mantel se ensucia, a lo mejor a alguien se le cae una copa de vino sobre él
y el mantel se mancha terriblemente. Algunos arruinarán tan maravilloso día por
una mancha, que es probable que no se borre para siempre, otros disfrutarán de
su picnic a pesar de la mancha.
La felicidad es
aprender a seguir con nuestra vida, apreciando lo que importa, por encima de
sus imperfecciones.
Por
eso es tan truculento ser realmente feliz. Porque quienes tomamos la decisión
de serlo, tenemos que aprender a no clavarnos en la mancha del mantel, a
dejarla ir y a brindar con quienes compartimos ese preciso momento, que
decidimos llamar perfecto. La verdad, lo es ¡a quién le importa una pequeña
mancha, cuando hay tanto para valorar en un día de picnic soleado con la gente
que amas!
La
tristeza es una mancha en nuestro mantel. Una mancha que, es posible, no
logremos olvidar por completo. También es posible que esa mancha no nos permita
enfocarnos al cien en disfrutar el momento, pero lo que no podemos permitir es
que la mancha tenga tal poder como para arruinar el picnic. Nuestra meta final
será borrar la mancha con nuestra mente o verle forma de un lindo corazón.
Sea
lo que sea que nos suceda en la vida, todo es cuestión de actitud. Todo se
trata de cómo nos levantamos por la mañana, qué pensamientos fomentamos, cuánto
amor damos y tenemos la grandeza de recibir sin peros. Como aquel perro
chihuahua que se siente lo suficientemente poderoso para marcar su territorio
frente a un gigante de los Pirineos. Así somos nosotros, tan grandes como
creemos que somos.
Se
necesita oscuridad para ver las estrellas, se necesita la noche para que llegue
el Sol, sin embargo, en la noche no solo brillan las estrellas y la luna, sino
que cantan las chicharras, la arena adquiere toques plateados… Si aprendemos a encontrar las bellezas de
nuestra propia oscuridad, entonces encontraremos, también, el luminoso camino
hacia la felicidad.
Referencia:
-
Citado en: Anna Bolena Meléndez, “De
picnic con la felicidad”, http://www.excelsior.com.mx/opinion/anna-bolena-melendez/2015/06/19/1030261,
19 Junio 2015.
-
Imagen obtenida de: http://diario.latercera.com/2012/02/18/01/contenido/tendencias/26-100888-9-un-picnic-organico-en-casablanca.shtml,
29 Junio 2015.
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