A
continuación un extracto del artículo de Juan Arroyo, que entrega antecedentes
de los índices FNB – Felicidad Nacional Bruta y su ineludible comparación con el
PIB – Producto Interno Bruto.
FNB – Felicidad
Nacional Bruta
En
1972, el rey de Bután, Jigme Wangchuck, introdujo por primera vez el concepto
de “Felicidad Nacional Bruta”, una alternativa al conocido PIB que representa,
según las palabras de su creador, “el
puente entre los valores fundamentales de la bondad, la igualdad, la humanidad
y la búsqueda del crecimiento económico”. Durante la Guerra Fría, su idea
no cuajó, y solo a partir del nuevo milenio comenzó a ser tomada en
consideración. No obstante, hay países, aparte del mismo Bután, que han dado
pasos importantes en la búsqueda de un índice nacional, como Tailandia –con
énfasis en el sostenimiento ecológico–, Canadá y Corea del Sur. El Reino Unido
publicó el año pasado una serie de estadísticas relacionadas al buen vivir y la
felicidad y, ciertamente, un avance muy importante fue el Reporte Mundial de
Felicidad elaborado por la ONU el 2011.
Un
año después, el Happy Index Planet de la New Economics Foundation de Londres
expuso un indicador referido a la percepción de “sentirse bien”, catalogada en
una escala entre 1 y 10. Este factor, a su vez, lo combinó con la esperanza de
vida de cada país, a fin de obtener un índice más completo representado por los
“años de felicidad” promedio.
Desde Aristóteles a
Richard Layard
Aristóteles comentaba
que la felicidad era lo mejor, lo más agradable y lo más hermoso,
una cuestión que Richard Layard (autor
del libro “La felicidad: lecciones de una nueva ciencia”) desarrolló
ampliamente 2.300 años más tarde, sosteniendo que la autorrealización, la confianza y la interacción con nuestros semejantes
son fuentes invaluables de la dicha.
En
todo caso, si bien deben considerarse tales aspectos y seguir algunas de las recomendaciones de Layard respecto a un
mejor balance del uso de nuestro tiempo, el florecimiento de nuestra vida
interior, la ayuda al prójimo y políticas sociales que beneficien a los
sectores menos favorecidos de la comunidad, tampoco hay que olvidar el
grado de correlación entre PIB per cápita y la felicidad. A fin de cuentas,
esta descansa sobre uno de los aforismos que el estagirita le específica a su
amigo Nicómaco: “Es evidente que la felicidad necesita también de los bienes
exteriores… pues es imposible o no es fácil hacer el bien cuando no se cuenta
con recursos”.
Referencias:
-
Citado en: Juan Arroyo, “¿Estamos
creciendo en felicidad?”, http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/estamos-creciendo-felicidad-juan-arroyo-noticia-1820027,
20 Junio 2015.
-
Imagen Obtenida de: http://spanish.peopledaily.com.cn/31620/7612337.html,
02 Julio 2015.
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