Se
transcribe a continuación un artículo de Gabriela Soberanis Madrid, que indica
que la Felicidad es un “Estado de paz espiritual y tranquilidad” y que no se
debe olvidar un elemento esencial de la felicidad que es el crecimiento:
“Quien busca la
felicidad fuera de sí, es como un caracol que caminara en busca de su casa”,
Constancio C. Vigil
¿Qué es la felicidad?
¿Es un deseo y derecho natural, o es sólo un cuento de hadas y privilegio de
unos pocos? El concepto de felicidad sin duda varía de individuo en individuo,
es tan particular como únicos somos cada uno de los seres de este planeta. Lo
cierto es que, en las diferencias que podamos tener alrededor de este concepto,
lo que es claro es que es la palabra más importante para el hombre, pues es la
tarea fundamental de toda su existencia.
De
forma consciente o inconsciente, casi todo lo que hacemos tiene que ver con
nuestro deseo de ser felices. En otras palabras, cómo conquistar, cómo mantener
y cómo recuperar la felicidad es de hecho, para la mayoría de las personas, el
motivo secreto de todo lo que hacemos.
¿Qué
ocurre que no todas las personas son felices? Me parece que hemos confundido el
placer inmediato con la felicidad y en la búsqueda incesante de ese placer -que
pronto se nos escapa de las manos- hemos
dejado de lado un elemento esencial de la felicidad: el crecimiento. Si la
tarea fundamental de nuestra existencia es ser felices, el objeto de la
existencia es el crecimiento. Por tanto, ningún ser humano es capaz de crecer
espiritual y mentalmente sin la felicidad. y tampoco se experimenta felicidad
sin crecimiento espiritual y mental.
Una
condición necesaria del crecimiento es la salud en todas sus expresiones. La
salud, en su definición más general, es el estado óptimo de un individuo, un
estado de bienestar que le permite hacer el mejor uso de sus facultades
físicas, emocionales y psicológicas. Cuando no hacemos un uso adecuado de estas
facultades, nos vemos atrapados en el estrés, la ansiedad, la tristeza y el enojo.
Dejamos de disfrutar el proceso y estamos más preocupados por los resultados.
Centramos nuestra atención en los logros externos, en demostrar nuestro valor
personal a otros y olvidamos cuestionarnos si estamos realmente satisfechos con
la vida que tenemos. El placer inmediato está relacionado con cuestiones
materiales y externas, con el tener, el poder y el control. La felicidad auténtica se conecta con
nuestro bienestar interior, con el bienestar de los que amamos, con la libertad
de ser y dejar ser a los demás.
Para
mí la felicidad es un estado de paz
espiritual y tranquilidad interna. Es
una sensación de gozo que nos permite apreciar nuestro entorno de una forma
positiva. Surge de la satisfacción de sentir que nuestra vida vale la pena y
que estamos satisfechos con lo que estamos haciendo con ella. Cuando creemos
que somos merecedores de la felicidad, tenemos ilusiones y nos sentimos
estimulados a alcanzar nuestros sueños. Trabajamos por las metas que alimenten
ese estado y comprendemos que ese estado depende principalmente de nosotros
mismos. Cuando vivimos nuestras vidas bajo estas premisas, descubrimos que el
poder de ser felices está en nuestro interior.
La felicidad sucede
dentro de nosotros y por lo tanto, no depende de lo que pasa a nuestro alrededor.
Depende de nuestra elección, es una cuestión de decisión y actitud basada en un
trabajo personal que realizamos día con día. Las personas comprometidas con su
felicidad saben que este estado no es algo por lo que se tiene que luchar, no
es algo que llega justo en el momento en que se consigue hacer una determinada
cosa, saben que la felicidad es una responsabilidad propia y es el resultado de
conocerse a sí mismo y de mantenerse en el presente.
Hemos
de renunciar al significado trivial de lo que es la felicidad. Es
imprescindible que encontremos el verdadero sentido de la palabra con el fin de
que podamos empezar a ser felices. La
felicidad no es un goce pasajero, es el ejercicio constante de apartarse de la
tendencia insana de vivir en realidades hipotéticas del pasado y del futuro; es
por tanto un estado de conciencia. Ésta es la forma en que el ser humano
alcanza la felicidad el estado natural del ser.
Observen
cómo la felicidad a la que me he venido refiriendo, no se trata de un concepto,
sino de una experiencia. La felicidad es
un logro personal y será alcanzada cuando quien se comprometa con ella lo haga
también con la transformación de sus procesos mentales, de sus actitudes hacia
la vida externa e interna y descubra el maravilloso mundo del presente.
Referencia:
Gabriela
Soberanis Madrid, “La felicidad, una tarea interior”, http://yucatan.com.mx/editoriales/la-felicidad-una-tarea-interior, 2 Abril 2013
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