A continuación un extracto del
artículo de María Jesús Álava Reyes, autora del libro “Las tres claves de la
felicidad”, que nos comenta la importancia del perdón y su estrecha relación en
la conquista de la felicidad.
Nos
dice:
La
mayoría de las personas no son conscientes de que su vida y su felicidad,
dependen, en gran media, de la capacidad que tengan para perdonarse, para
quererse y para coger las riendas de su vida.
¿Por qué es tan importante
aprender a perdonarnos?
El perdón a nosotros
mismos nos proporcionará el equilibrio que tanto necesitamos, y el perdón a los
demás nos liberará de la tensión y del desgaste que provoca el resentimiento.
Aprender
a perdonarnos es aprender a vivir. La vida sin perdón es el fracaso del ser
humano.
¿Cuándo debemos perdonarnos?
Debemos
perdonarnos cuando nos hemos equivocado porque somos humanos, cuando hemos
cometido errores que nos habría gustado evitar, y cuando nos arrepentimos,
sinceramente, por el dolor que hayamos podido causar.
¿Debemos perdonarnos
siempre, o solo si nos perdonan los demás?
El
perdón auténtico es interno, personal e intransferible. Si nos sentimos culpables
de determinados hechos, por mucho que nos perdonen los demás, hasta que no nos
perdonemos nosotros mismos su perdón no nos servirá.
¿Cuáles son los
perdones más difíciles?
Sin
duda, nos resulta mucho más difícil perdonarnos cuando hemos fallado a nuestros
seres más queridos: padres, pareja, hijos...
También
nos cuesta perdonarnos cuando nos sentimos inseguros y no hemos cubierto las
expectativas de los demás, o cuando nos hemos dejado engañar y hemos perdido
nuestra dignidad.
¿Cuáles son las tres
claves que nos ayudarán a encontrar la felicidad?
La primera es
"perdonarnos el pasado".
Muchos
adultos viven aún condicionados por situaciones que experimentaron hace muchos
años. En numerosos casos no son conscientes de ello, pero el origen de su
debilidad puede remontarse a hechos lejanos en el tiempo, pero presentes en sus
emociones.
Hoy
nos cuesta mucho perdonarnos porque, en algún momento de nuestro desarrollo, no
nos enseñaron que detrás de un error casi siempre hay una posibilidad de
rectificación, que la equivocación puede ayudarnos a ver el aprendizaje que
estaba oculto, y que es la confianza la que genera seguridad, mientras que el
miedo nos arrastra a la debilidad y al fracaso.
La segunda clave es
asumir nuestro presente.
No
sentirnos culpables por la conflictividad de las personas más cercanas,
incluidos nuestros hijos.
Muchas
personas se sienten responsables de lo que ocurre a su alrededor, y muchos
padres sufren y se sienten muy culpables; culpables de lo que hacen sus hijos o
de lo que omiten; culpables de la agresividad con que se comportan o de la
falta de control que manifiestan; culpables cuando fracasan en los estudios o
ante la carencia de esfuerzo y motivación que muestran.
Es
posible que algunas personas piensen que los hijos son el fiel reflejo de sus
padres, pero esta creencia, por muy extendida que esté, no es exacta, ni se
corresponde siempre con la realidad.
Los
padres influyen en sus hijos, pero no son enteramente responsables de cómo
evolucionen.
Y
los padres que se sienten al límite y quieren ayudar a sus hijos, previamente,
deberán perdonarse por todo aquello por lo que injustamente se sienten
culpables.
La tercera clave es
"ser nuestros mejores amigos, querernos bien y perdonarnos mejor".
Recordemos
que las únicas personas que estaremos siempre a nuestro lado -en el sentido
literal de la palabra-, somos nosotros mismos. Por ello, resulta crucial que
nos queramos bien.
Desde
la psicología, sabemos que podemos aprender a querernos bien, y si lo hacemos,
estaremos más cerca de alcanzar la felicidad que anhelamos.
La
fórmula para ser nuestros mejores amigos es perdonarnos por nuestros fallos y
querernos por nuestros esfuerzos.
Referencias:
-
Citado en: María Jesús Álava Reyes,
“Las tres claves de la felicidad”, http://www.elmundo.es/opinion/2014/03/20/5329806222601d335f8b4574.html, 20 Marzo 2014.
-
Imagen obtenida de: https://www.youtube.com/watch?v=e88yoAQB0SU,
15 Abril 2016.
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