A continuación un
extracto del artículo de Esteban Aguilar, que nos advierte de los peligros de
la felicidad hedonista y la línea de pensamiento de Aristóteles que menciona
que la verdadera felicidad se encuentra en las acciones que nos permiten
sentirnos bien y hacer sentir bien a los demás,
Esteban Aguilar nos
indica:
La psicología nos da
algunas claves para desentrañar esta incoherencia, que se ampara en el hecho de
que el ser humano dirige su comportamiento de una manera incontrolada hacia la
felicidad mediante la búsqueda continua del placer y la autosatisfacción,
constituyendo esto en sí mismo, el objetivo final de cualquier propósito.
Este hecho ya lo
argumentaba la filosofía de Epicuro de
Samos hace más de dos mil años cuando planteaba, con el hedonismo, que la
verdadera felicidad se encuentra detrás del placer continuo como algo que
excita los sentidos. Basar la felicidad en la constante búsqueda del
placer, sería como afirmar que la verdadera experiencia de vivir o la plenitud,
se encuentran a través del sueño.
Fundamentar nuestra
felicidad a través de la búsqueda del placer constante no solo constituye un
error, sino que resulta tremendamente peligroso puesto que, como ocurre con los
sueños cuando dormimos, todo se acabará en el momento de despertar,
convirtiendo la vida en el tormento que transcurre desde que nos despertamos
hasta que nos volvemos a acostar para seguir soñando.
Para afirmar esto, no
hace falta más que observar el comportamiento de las personas (en general); la
necesidad de acumular riquezas, honores o fama así como la constante búsqueda
de pequeñas dosis de placer para mantener un relativo estado de bienestar. Por
suerte para nosotros ya hubo quien ante esta dicotomía autofagocitaria propuso
una visión filosófica más amplia que deja alguna esperanza a los que ansiamos
la felicidad personal y compartida. Es el caso de Aristóteles, quien completa
esta consecución entre placer y felicidad añadiendo una parte esencial para que
este sentimiento de bienestar se mantenga.
El
secreto, según Aristóteles, reside a mitad de camino entre nuestra parte animal
(placeres materiales y físicos) y una parte mental (la razón, la moral o la
autorrealización), en ese punto se encuentra lo que llamaba la práctica de las
virtudes, que necesariamente incluye el componente social para existir.
En una traducción contemporánea de esta idea podríamos afirmar que, según Aristóteles, la verdadera felicidad
se encuentra en las acciones que nos permiten sentirnos bien y hacer sentir
bien a los demás, un concepto que, aún utilizándolo en muchas ocasiones
cotidianas, parece olvidado.
Para explicar esto
pondremos un ejemplo. Si la felicidad o el bienestar se encontrara detrás del
placer de disfrutar de un buen vino, el día que nos reunimos con nuestro amigos
para tomar unas copas lo importante sería la copa, o lo que bebemos, y la parte
más prescindible sería la compañía y el bienestar que nos aporta estar con
ellos. En cambio, el verdadero bienestar reside en el buen rato que hemos
pasado junto a los demás y el agradable recuerdo que compartimos incluso muchos
días después, olvidándonos pronto del placer efímero de tomarnos la copa de
vino. De esta manera, conseguimos perpetuar en el tiempo una sensación de
bienestar que nos ayuda a encontrarnos mejor, acercándonos de una manera más
certera a un concepto mucho más real de felicidad.
Quizás el día en el
que busquemos la eudaimonía (palabra griega traducida comúnmente como
“felicidad”) a través del bienestar común y reaccionemos ante un despido
injusto de la misma manera que increpamos a un árbitro por sacarle una tarjeta
roja a nuestro futbolista favorito, la
felicidad constituya un derecho fundamental de todas las personas, en vez del
privilegio de unos pocos afortunados.
Referencias:
-
Citado en: Esteban Aguilar,
“Aristóteles y el secreto de la felicidad”, http://www.granadahoy.com/article/opinion/2259587/aristoteles/y/secreto/la/felicidad.html,
10 Abril 2016.
- Imagen obtenida de: http://blogfilosofiadorsmarquez.blogspot.cl/2014/03/la-cosmologia-cosmologia-del-griego.HTML
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