A
continuación un extracto del artículo del jurista y profesor universitario Enrique
Santín, que aclara los términos de placer, deseo y felicidad:
Nos
dice:
Placer y Felicidad
El
placer es una sensación agradable, fugaz y pasajera, que produce satisfacción: la felicidad, en cambio, es un estado de
ánimo por el que una persona se siente satisfecha consigo misma y con el
entorno y ambiente que disfruta y le rodea.
La
felicidad es, pues, un “estado anímico” y no un “suceso” o “episodio”. Por eso,
de una persona puede decirse que “es feliz” cuando su vida se desarrolla
conforme a sus deseos y círculo vital. La expresión “ser feliz” no es aplicable
al placer, pues éste es un goce más o menos transitorio.
“El
placer tiene un breve efecto momentáneo, pues se consume en sí mismo”; “la felicidad produce un bienestar más
profundo que se instala en lo más íntimo de la persona”, según el teólogo
Aurelio Fernández Fernández. El placer se agota o extingue con el goce que
produce; la felicidad, en cambio, es una situación que perdura y se mantiene.
“Ser
feliz” es atribuir a una persona la conformidad de su vida y actividad con sus
deseos y preferencias; “tener placer” es la sensación de goce o agrado que
puede experimentar la persona aunque no sea feliz. No debe confundirse, por
consiguiente, la felicidad con el deseo.
Deseo y Felicidad
El
ansia o deseo de felicidad es común a todo ser humano; pero no todo deseo
proporciona la felicidad, ni todas las personas sienten, para ser felices, el
mismo deseo, ni éste colma siempre, plenamente, su felicidad. El deseo es un
impulso que produce ansiedad e incluso angustia, mientras no se consigue. La felicidad comporta serenidad y
equilibrio en quien la tiene y disfruta.
Lo
anterior pone de manifiesto que la
felicidad es una opción personal y, por lo tanto, difícil de objetivar como
pretenden filósofos y teólogos que identifican la felicidad con el bien. Feliz
no es el que más tiene, ni tampoco el que menos desea; feliz es, precisamente,
el que “tiene lo que desea”.
Que la felicidad sea
“el objetivo de la vida” o, como dice Aristóteles, San
Agustín y otros autores, “el supremo
bien del hombre”, no prejuzga que, invariable y necesariamente, todos los
humanos tengan la misma idea del bien o de lo bueno. La sabiduría popular
identifica el bien con lo deseable; por eso a una mala conducta la califica de
“indeseable”.
Referencias:
-
Citado en: Enrique Santín, “Placer,
deseo, felicidad”, http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/enrique-santin-placer-deseo-felicidad/idEdicion-2016-04-14/idNoticia-991351/,
14 Abril 2016.
-
Imagen obtenida de: http://www.dbien.org/felicidad/mitos-e-ideas-erroneas-sobre-la-felicidad/,
24 Abril 2016.
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