A continuación se
transcribe un análisis muy interesante sobre la Felicidad, de acuerdo a Immanuel
Kant (1724-1804) - Filósofo Alemán, realizado y expresados por Mario Barghomz, Crítico, ensayista y filósofo.
Immanuel
Kant
“La felicidad; más
que un deseo, alegría o elección, es un deber”
A nivel ordinario, es
decir, aquello que no necesita más estudio ni explicación que la experiencia
misma, suele decirse que la felicidad es un derecho que tenemos todos los seres
humanos por el simple y sencillo hecho de serlo.
Pero saber o entender
que tengo tal derecho no me hace feliz. Porque eso mismo lo sabe un mendigo
hambriento, un adolescente abandonado en la calle a su suerte o un hombre
enfermo a punto de morir. El mero hecho de saber que todos tenemos derecho a
ser felices no nos hace felices y ni siquiera nos pone en el camino de serlo.
Quizá, como decía
Sócrates, nos ayude un poco ser sabios y buenos, porque de ese modo podemos
entender mejor la felicidad, que depende mucho de la compasión y la prudencia
con los demás, la virtud y la serenidad con uno mismo. Pero “uno no es feliz en
la medida en que es bueno ni es bueno en la medida en que es feliz”.
-Entonces, ¿cómo
llega a ser bueno o feliz un hombre? -pregunta Aristóteles.
La respuesta es
simple: ¡siéndolo! Con lo que rebasa la simple idea platónica de sólo
plantearlo. Pero cientos de años después, en el siglo XVIII, y luego de que la
preocupación humana por la felicidad callera en definiciones puramente
reduccionistas y religiosas, aparece Immanuel Kant con la extraordinaria idea
ilustrada, racionalista y fenomenológica de que la felicidad humana está más
allá del puro derecho natural a serlo o desearlo, del sólo albedrío de
elegirlo.
La felicidad, dice
Kant, es un deber y, como tal, una obligación. No es un mero derecho o albedrío
natural del mundo empírico, es decir, una mera elección o destino; sino un acto
de libertad auspiciado por la voluntad y la conciencia.
En este sentido hay
que entender que para Kant la libertad no es una simple elección facultada por
el albedrío, sino del ser consciente a través de la libertad amparada, también,
por la responsabilidad.
Los hombres felices,
en este sentido, no serán aquellos que simplemente lo elijan (¡quiero ser
feliz!) o se sientan con derecho a ello, sino los que tengan conciencia de su
responsabilidad en libertad para merecerlo. La felicidad de un hombre, según
Kant, no es aquella que tanto se desea o apetece, sino la que se merece (¿soy
digno de ser feliz?).
La felicidad para
Kant es uno de tantos deberes del ser humano, un deber último y supremo que nos
obliga a ser dignos de merecerla. Pero cuando Kant habla de deberes y
obligaciones, se refiere a con uno mismo (con el “yo trascendental”), a la
responsabilidad que le permite a un ser humano ser consciente y libre de su
salud, bienestar y comportamiento, de su situación particular (noúmeno o razón
práctica) y de su relación con los demás (mundo fenomenológico).
La felicidad en el
mundo kantiano no depende del destino ni de los demás, de Dios o el destino, el
dinero o de otros medios como nos ha hecho creer la propaganda de medios, sino
del ethos mismo de la persona, es decir, su propio comportamiento y carácter.
No es una paradoja
que el hombre más feliz del mundo sea un monje tibetano, lejos de ambiciones de
poder, materialistas o de vanidad a pesar de que sea un hombre millonario por
la alta venta de sus libros y su herencia familiar. Porque, como ya bien había
dicho Sócrates: “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos
necesita”.-
Citado
en:
Mario Barghomz , “Kant y la Felicidad”, Jueves 13
septiembre 2012, http://yucatan.com.mx/editoriales/kant-y-la-felicidad/
No hay comentarios:
Publicar un comentario