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domingo, 31 de enero de 2021

No confundir placeres con Felicidad

 


… "todos nacemos felices. Por el camino se nos ensucia la vida, pero podemos limpiarla. La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo". Isabel Allende.

 Resumen:

Los seres humanos captamos el mundo externo principalmente a través de los cinco sentidos, es por eso que somos más cercanos a los placeres y esta cercanía produce un gran impacto en el mundo en que vivimos. Es por lo que debemos tener claro que los placeres son parte, pero no son la felicidad.

Tradicionalmente, la sociedad se basó en lograr la felicidad a través de sólidos pilares como:

-      La cultura del esfuerzo.

-      La búsqueda de la perfección humana.

-      El trabajo duro y el ahorro.

El mundo actual está cada vez más teledirigido hacia el logro del placer inmediato lo que significa que somos víctimas de:

-      La eterna y falsa promesa de la felicidad.

-  Que la felicidad es una mercancía que se puede adquirir, y, además, sin esfuerzo.

El mundo externo:

Los seres humanos estamos más familiarizados con el plano físico y captamos el mundo externo principalmente a través de los cinco sentidos. En este ámbito, estamos más cercanos a los placeres y esta cercanía produce un gran impacto de como vemos y enfrentamos el mundo.

Es por eso por lo que las personas a menudo confunden los placeres con la felicidad.

Con el propósito de entender más las diferencias entre los placeres y la felicidad y su impacto en nuestro mundo, se proporciona a continuación extractos del artículo de Álvaro del Castaño: “Hedone contra Beatitudinem” (1).

Hedone contra Beatitudinem (1):

Decía Isabel Allende que «…todos nacemos felices. Por el camino se nos ensucia la vida, pero podemos limpiarla. La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo».

Desafortunadamente, muchos confunden los conceptos de placer (hedone en griego antiguo) y felicidad (beatitudo en latín).

Siguiendo las conclusiones del endocrinólogo Doctor Robert Lustig, autor de The Hacking of the American Mind, observamos que hay siete diferencias fundamentales entre placer y felicidad.

1.   Mientras que el placer es inmediato y a corto plazo, la felicidad es a largo plazo y duradera.

2.   El placer es visceral (a través de los sentidos físicos) y la felicidad es etérea (fluido, hipotético, invisible).

3.   El placer reside en el hecho de obtener y poseer, mientras que la felicidad se encuentra en el dar.

4.   El placer se puede obtener con sustancias, pero la felicidad no puede ser obtenida con ningún elemento físico en concreto.

5.   El placer se goza en soledad y la felicidad en comunidad, en familia o entre amigos.

6.   El placer llevado al extremo conduce a la adicción, ya sea vía sustancias (droga, alcohol) o a través de comportamientos (juegos de azar, sexo, tecnología); por el contrario, aún no hemos encontrado adictos a un exceso de felicidad.

7.   Desde el punto de vista biológico, el placer es dopamina mientras que la felicidad es serotonina. La dopamina podría ser definida como el neurotransmisor del placer, mientras que la serotonina viene asociada a la hormona de la felicidad.

Estas diferencias llevan a una conclusión: placer y felicidad, cohabitan, pero conviven mal. La manera más efectiva de reducir la serotonina (felicidad) es vía la dopamina (placer). La búsqueda del placer no lleva a la felicidad. Biológicamente son incompatibles. A más placer, menos felicidad.

Desde fuentes psicológica y filosófica:

De la primera fuente, el neurólogo y médico Sigmund Freud, que llegó a la conclusión de que existe una entidad del subconsciente, que el bautizó como el ‘ID’ y que opera los ‘principios del placer’. Los deseos del ID suelen estar bajo control del más racional ‘EGO’. Desgraciadamente el ID a veces toma el control y lleva al individuo a realizar elecciones autodestructivas.

Ejemplo de ello, en 1954 los psicólogos canadienses Old y Milner realizaron un experimento con rata, a las que implantaron electrodos en el cerebro que ellas misma aprendieron a activar para autoproducirse placer. Las ratas no pararon de activar los electrodos implantados en el hipotálamo, estimulándose de placer hasta casi fallecer de hambre y sed.

De la segunda fuente, el filósofo Kant afirmaba que cuando perseguimos la satisfacción de las necesidades y los placeres no actuamos con verdadera libertad, sino como esclavos de esos impulsos. Así, la libertad y por ende la felicidad son lo opuesto del impulso.

Los impactos por las diferencias ente felicidad y placeres:

durante siglos la sociedad construyó su búsqueda de la felicidad sobre unos sólidos pilares salpicados de ocasionales placeres. Ahora esas sólidas bases sobre las que reposaba el desarrollo de la humanidad han sido zarandeadas.

Los pilares tradicionales reposaban sobre la cultura del esfuerzo (para tener una recompensa a largo plazo), sobre la búsqueda de la perfección humana (para tener una recompensa racional o en el más allá), en el trabajo duro y el ahorro (para mejorar nuestra calidad de vida), sobre la integración en la comunidad (para tejer los vínculos de una sociedad), y sobre la convivencia con una pareja para crear una familia (y llegar juntos a la vejez y criando a los hijos). 

Pero el mundo actual está cada vez más teledirigido hacia la búsqueda del placer inmediato, sin esfuerzo. Adicta al estímulo extático inmediato y víctima de la eterna y falsa promesa de la felicidad, la sociedad consumista nos vende que la felicidad es una mercancía que se puede adquirir, y, además, sin esfuerzo. Pero en el excesivo comercio del placer no cabe verdadero amor ni felicidad. Solo se venden productos perecederos, materialismos, imágenes/video, sustancias, sexo, estimulación tecnológica, poder. Realmente, lo único que se puede adquirir es el placer, y desgraciadamente la tecnología no ha hecho más que acelerar el proceso de la inmediatez en su búsqueda. Todo inmediato, al alcance de la mano, y sin esfuerzo. La tecnología, y el abuso de ella, se han convertido en sí mismas en una adición.

Por lo tanto, la humanidad está debilitándose por la cultura del hedonismo, entendido en su sentido filosófico, como aquella doctrina que considera la búsqueda del placer y el goce como el objetivo primordial del ser humano. Este aboca a un callejón sin salida. El egoísmo, el egocentrismo, la falta de vínculos familiares, la falta de espiritualidad y valores, la soledad, y la vanidad son todas ramas del mismo árbol. Existe ya una legión de jóvenes infelices, incultos, sin valores espirituales ni vida interior, totalmente insatisfechos y frustrados.

Impactos en la sociedad:

Tradicionalmente, la sociedad se basó en lograr la felicidad a través de sólidos pilares, desde luego salpicados de ocasionales placeres.

Siendo los pilares tradicionales:

-      La cultura del esfuerzo.

-      La búsqueda de la perfección humana.

-      El trabajo duro y el ahorro.

-      La integración en la comunidad, y

-      La convivencia con una pareja para crear una familia.

En la actualidad, el mundo actual está cada vez más teledirigido hacia el logro del placer inmediato, sin esfuerzo y adicto al estímulo extático inmediato.

Lo anterior, hace que seamos víctimas de:

-      La eterna y falsa promesa de la felicidad.

-  Que la felicidad es una mercancía que se puede adquirir, y, además, sin esfuerzo.

Lo que debemos entender y tener las precauciones, porque:

-      Lo único que se puede adquirir es el placer.

-      La humanidad está debilitándose por la cultura del hedonismo.

 

Un abrazo,


 


 


Referencias:

(1)  Citado en: Álvaro del Castaño, “Hedone contra Beatitudinem”, https://theobjective.com/elsubjetivo/hedone-contra-beatitudinem, 28 noviembre 2020.

(2)  Imagen obtenida de: https://eldeforma.com/2020/06/09/cosas-que-haces-de-adulto/, consultado 28 enero 2021.


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