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jueves, 30 de septiembre de 2021

La Felicidad según el gran poeta Jorge Luis Borges

 


“Quizá porque ya no veo la felicidad como algo inalcanzable, ahora sé que la felicidad puede ocurrir en cualquier momento y que no se debe perseguir”. Jorge Luis Borges

Resumen:

El ser humano siempre está aprendiendo de la vida, y no ha sido distinto por parte del gran escritor Jorge Luis Borges, quien a los 76 años transmitió una dramática aseveración:

“He cometido el peor de los pecados

que un hombre puede cometer.

No he sido feliz.”

Y su visión de la felicidad a los 86 años y uno antes de morir cambió y expresó:

Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”.

Quizás el cambio de visión se debió a su transformación del Borges agnóstico al hombre más espiritual que tiene conciencia de un Creador.

Borges y sus manifiestos de la felicidad

Conocido es el poema “El remordimiento” del gran escritor Jorge Luis Borges (1) que indica:

He cometido el peor de los pecados

que un hombre puede cometer.

No he sido feliz

(…)

Los defraudé. No fui feliz…

Con este poema, el escritor argentino refleja la importancia de la felicidad en la vida de las personas.

Pero, no es tan conocida su última obra, publicada un año antes de morir, el libro de poemas “Los conjurados”, en la que expresa su opinión de la felicidad:

“Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”.

Para conocer mayores detalles sobre Borges y la felicidad, se entregan a continuación extractos del artículo de María Eugenia Estenssoro: “Borges y la felicidad” (2).

Borges y la felicidad (2)

Habitualmente pensamos en Borges como un poeta genial, pero un hombre desdichado. Uno de sus poemas más populares, “El remordimiento”, que él rechazaba por sensiblero, contribuyó a generalizar esta imagen. Fue publicado en el diario LA NACION en 1975, tres días después de morir su madre. Él ya era un hombre de 76 años. La poesía comienza con una aseveración dramática:

“He cometido el peor de los pecados

Que un hombre puede cometer. No he sido feliz.”

Observemos que Borges dice que el peor de los pecados que puede cometer un hombre es no ser feliz. La mayor flaqueza humana, la mayor desgracia. Por eso la felicidad que el poeta expresa una década después en Los conjurados, su último libro, es tan notable. Como el héroe que debe recorrer un largo periplo hasta llegar a su destino, Borges tuvo que transitar una verdadera odisea de superación personal hasta alcanzar la felicidad. Para mí, Los conjurados, libro de poemas publicado en 1985, un año antes de morir, es un testamento del poeta y el hombre que finalmente encontró la plenitud, no sólo artística sino también personal. En el prólogo lo dice claramente:

“Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”.

¿No es hermoso? Un hombre de 86 años, ciego, al final de sus días, afirma con serenidad y sabiduría que la belleza y la felicidad son algo “frecuente”. Lo remarcable es que Borges no habla sólo de sí mismo, habla del ser humano, de su condición. Por eso utiliza la tercera persona del plural: “No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso.”

El escritor afirma que la belleza y la dicha, “el paraíso”, están ahí, al alcance de la mano, diariamente. En términos espirituales, la felicidad no es un sentimiento, ni una emoción; tampoco un arrebato que experimentamos cuando ocurre algo deseado. La felicidad es un estado del alma, una virtud o un poder personal que se cultiva a conciencia. La felicidad se alcanza cuando logramos vivir en armonía con nosotros mismos, honrando la vida, la propia y la ajena, en comunión con la Creación o el Universo, como cada uno lo llame.

Borges, el agnóstico, el no creyente, conoció ese estado del Ser. Pero no siempre fue así. Al igual que su padre, fue quedando ciego relativamente joven. Escribió gran parte de su obra dictando, sin ver. Era tartamudo. En sus conferencias, que eran obras de oratoria magistrales, se le cortaba el habla a cada rato. Durante años fue tan tímido que incontables mujeres lo rechazaron. Poco antes de morir, su madre, una mujer sobreprotectora y dominante, le arregló un casamiento con una mujer de quien no estaba enamorado, para que lo cuidara. Le negaron sistemáticamente el Premio Nobel de Literatura porque decían que era elitista y conservador. Fue amado, pero también odiado en su país; decidió morir en Ginebra.

La visión final de Borges sobre la felicidad

A los 76 años, Borges transmitió una dramática aseveración:

“He cometido el peor de los pecados

Que un hombre puede cometer.

No he sido feliz.”

Pero a los 86 años y uno antes de morir expresó:

-      “Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”.

-      La felicidad es un estado del alma, una virtud o un poder personal que se cultiva a conciencia.

-      La felicidad se alcanza cuando logramos vivir en armonía con nosotros mismos, honrando la vida, la propia y la ajena, en comunión con la Creación o el Universo, como cada uno lo llame.

¿Qué lo hizo cambiar de opinión? Quizás fue su transformación del Borges agnóstico al hombre más espiritual que tiene conciencia de un Creador.

 

Un abrazo,

 

Referencias:

(1)  Citado en: Víctor Hugo Ramón Vergara Medina, “ Los reyes no siempre son Felices”, https://prisma101-1.blogspot.com/2021/04/los-reyes-no-siempre-son-felices.html, 22 abril 2021.

(2)  Cotado en: María Eugenia Estenssoro, “Borges y la felicidad”, https://www.lanacion.com.ar/opinion/borges-y-la-felicidad-nid17062021/, 17 junio 2021.

(3)    Imagen obtenida de: https://akifrases.com/frase/104378, consultado 28 septiembre 2021.


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