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viernes, 26 de noviembre de 2021

Jesús vino a enseñarnos el camino de la Felicidad

 


Y le dijo Jesús: los zorros tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. (Lucas 9:58)

Resumen:

Jesús fue un hombre pobre materialmente. Su nacimiento fue en un humilde establo, en la infancia fue un refugiado en Egipto y creció en Nazaret en el hogar de un carpintero. Durante su ministerio no tenía un hogar propio y dependía de los demás para satisfacer las necesidades materiales.

Si bien Jesús era pobre en el plano material, tenía una riqueza sin igual en los planos emocional, mental y espiritual.

De acuerdo a lo planteado por X.Pikaza Ibarrondo:

“Jesús quiso abrir una ancha senda de felicidad en el amor, sin odio ni recelo, pero con celo inmenso de vida, de esperanza. Una felicidad de vivir en medio de otros, mis amigos, recibiendo y dando amor a ríos, con miles y millones de “sabios pobres”.          

Jesús pobre materialmente:

Podemos decir que Jesús fue un hombre pobre materialmente. Su nacimiento fue en un humilde establo, en la infancia fue un refugiado en Egipto y creció en Nazaret en el hogar de un carpintero. Durante su ministerio no tenía un hogar propio y dependía de los demás para satisfacer las necesidades materiales.

Si bien Jesús era pobre en el plano material, tenía una riqueza sin igual en los planos emocional, mental y espiritual.

A su vez, se puede indicar que Jesús se preocupaba de los pobres, que es una información que hemos conocido de los evangelios.

Se proporciona a continuación extractos del artículo de X.Pikaza Ibarrondo: “Felicidad de Jesús. Por la senda de los muchos sabios (pobres) que en el mundo han sido” (1), que plantea que Jesús enseña a ser feliz a los pobres e irradiando felicidad a los ricos.

Felicidad de Jesús (1):

Un poeta de la Nueva Castilla, afincado en la Vieja (Salamanca) escribió un poema sobre la “descansada vida de los pocos sabios que en el mundo han sido” (Luis de León). Jesús, en cambio, ofreció felicidad para multitud de pobres, llamados a escuchar la palabra de dicha de la vida, siendo no sólo felices ellos, sino irradiando felicidad a los ricos.

Para ser feliz, Luis de León se retiró en su casa-huerto rico, del monte en la ladera, junto al río, para cultivar su felicidad a solas, “libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo”, porque se decía: “vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo…”.

La felicidad solitaria del rico que dice hacerse pobre al retirarse al huerto junto al río tiene su valor, como yo mismo he destacado en algún escrito. Ese retiro de ermitaño puede formar parte del camino de la dicha más perfecta, amor de solitarios que convierten su desierto en campo que se abre al gozo compartido. En esa línea, el ideal y camino de la felicidad de Jesús tiene que ser una senda de bienaventuranza desde los más pobres.

FELICIDAD DEL POBRE, UN PRINCIPIO DE EVANGELIO

En la forma actual de división, injusticia económica y opresión política, el rico en cuanto tal no puede ser feliz, a no ser de manera mentirosa, engañándose a sí mismo y engañando (oprimiendo a los demás). Conforme a Jesús, la felicidad se identifica con la gratuidad, esto es, con la fe (confianza en Dios), en medio de una vida de carencia y opresión.

Esta es la experiencia originaria de Jesús: Él descubre y dice que los pobres y excluidos que pueden ser felices, en contra de un orden social (un mundo) que vive empeñado en tener y poder, en la salud exterior y el dominio sobre los demás. La felicidad implica un tipo de “acogida”, de aceptación. Esto es algo que muchos pobres no saben, y por eso viene Jesús a decírselo, con su vida, con su presencia, con su ayuda.

Entendidas así, las bienaventuranzas constituyen un reto, una apuesta de Jesús, que descubre y expresa su felicidad entre los pobres, de quienes recibe y con quienes comparte la dicha de la vida, hecha de paz interior, de gratuidad y esperanza. En principio, no quiere cambiar nada por la fuerza, por la ley establecida, por un tipo de sacralidad del templo. Acepta las cosas como son, y en ellas descubre la felicidad.          

1.En el principio está la felicidad. No somos nosotros los que inventamos (creamos y cultivamos) la dicha, sino que ella empieza siendo un don, un regalo. De la felicidad del amor hemos nacido, los ojos dichosos de una madre han encendido felicidad en nuestros ojos… Por felicidad de Dios (=de la Vida) hemos nacido; partiendo de la felicidad nos vivimos, nos movemos y existimos.

2.La felicidad de los pobres, ellos nos evangelizan. Los ricos y poderosos de Luis de León en el siglo XVI (y los de ahora, siglo XXI) quieren ser felices por aquello que tienen, por su gran riqueza, sus palacios, sus afanas… pensando que así pueden alcanzar la dicha, pero sin lograr alcanzarla. Entre los más ricos son muchos los que se suicidan, los que sólo viven a base de drogas, analgésicos, mentiras. La felicidad no es algo que se tiene o se puede conseguir a golpe de talonario o palacio, sino un don antecedente, el propio ser, la vida.

3.Bienaventurados los pobres, ellos pueden hacer bienaventurados a los ricos. No son los ricos los que deben ofrecer felicidad (bienaventuranza) a los pobres, pues no la tienen, sino todo lo contrario: Son los pobres los que pueden hacer bienaventurados a los ricos, si es que se dejan amar y acoger por los pobres, que no quieren quitarles nada (ni riqueza, ni poder). No se trata pues de una inversión de peones (que los pobres se hagan ricos, que los ricos se hagan pobres), sino de una elevación de todos.

4. Los pobres han sido el mesías de Jesús, ellos le han enseñado a descubrir a Dios. Ciertamente, Jesús llama a su lado a los pobres (¡venid todos los cansados y agobiados…!), y lo hace como “mesías de Dios”. Pero han sido ellos los que le revelan el rostro divino de la vida: ellos le han dicho que hay Dios, el Dios que le habla y le llama, le enriquece y transforma por medio de ellos, los pobres.

Jesús quiso abrir una ancha senda de felicidad en el amor, sin odio ni recelo, pero con celo inmenso de vida, de esperanza. Una felicidad que no decía “vivir quiero conmigo”, sino en medio de otros, mis amigos, recibiendo y dando amor a ríos, con miles y millones de “sabios pobres”.          

Las enseñanzas de Jesús:

De acuerdo a lo planteado por X.Pikaza Ibarrondo, Jesús nos ha indicado que:

La felicidad se identifica con la gratuidad, esto es, con la fe (confianza en Dios), en medio de una vida de carencia y opresión.

La felicidad implica un tipo de “acogida”, de aceptación. Esto es algo que muchos pobres no saben, y por eso viene Jesús a decírselo, con su vida, con su presencia, con su ayuda.

Se considera que:

1.En el principio está la felicidad. No somos nosotros los que inventamos (creamos y cultivamos) la dicha, sino que ella empieza siendo un don, un regalo.

2.La felicidad de los pobres, ellos nos evangelizan. La felicidad no es algo que se tiene o se puede conseguir a golpe de talonario o palacio, sino un don antecedente, el propio ser, la vida.

3.Bienaventurados los pobres, ellos pueden hacer bienaventurados a los ricos. Son los pobres los que pueden hacer bienaventurados a los ricos, si es que se dejan amar y acoger por los pobres, que no quieren quitarles nada (ni riqueza, ni poder). No se trata pues de una inversión de peones (que los pobres se hagan ricos, que los ricos se hagan pobres), sino de una elevación de todos.

4. Los pobres han sido el mesías de Jesús, ellos le han enseñado a descubrir a Dios.

Jesús quiso abrir una ancha senda de felicidad en el amor, sin odio ni recelo, pero con celo inmenso de vida, de esperanza. Una felicidad de vivir en medio de otros, mis amigos, recibiendo y dando amor a ríos, con miles y millones de “sabios pobres”.          

 

Un abrazo,

 


Referencias:

(1)  Citado en: X.Pikaza Ibarrondo, “Felicidad de Jesús. Por la senda de los muchos sabios (pobres) que en el mundo han sido”, https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Felicidad-Jesus-senda-sabios-pobres_7_2363533627.html, 30 julio 2021.

(2)  Imagen obtenida de: https://www.cuantarazon.com/863038/y-esto, consultado 25 noviembre 2021.


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