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domingo, 19 de mayo de 2013

Felicidad Relacional

A continuación algunos extractos del interesante artículo de Ignacio Fernández, Psicólogo y autor del libro “GPS Interior”, que indica que la felicidad no es individual sino que el compartir con los demás:
 
Existen tres niveles de felicidad: felicidad individual (conmigo mismo), felicidad relacional (con los otros) y felicidad trascendente (derivada de la relación con Lo Superior).
 
Superando las teorías individualistas de la felicidad, la actual perspectiva del well-being (bien-estar y bien habitar la vida) ha constatado algo evidente: se es feliz con otros. No se puede ser feliz alejado del mundo y de las relaciones sociales significativas. Quien se siente feliz consigo mismo demuestra ese bienestar en las relaciones con otros.
 
Cuando una persona declara estar en un nivel de felicidad personal satisfactorio, ello debe ir acompañado de señales inequívocas de bienestar con los otros. Lo individual se refleja en lo relacional. Se constatan relaciones positivas y activas con los demás significativos. Se cuida activamente las relaciones sociales. Hay conversación permanente, escucha empática, conectividad, genuino interés por los otros y sus temas. Se practica la amabilidad y se participa de actividades de voluntariado y servicio hacia otros. Existe una actitud abierta, liviana y dispuesta al disfrute de las actividades comunitarias.
 
No hay linealidad en la felicidad. No es que primero deba estar feliz a nivel individual para después “avanzar” a la felicidad relacional. Son procesos integrados y que se retroalimentan, pues la felicidad personal también es un emergente relacional. Soy feliz con otros en las actividades que realizo en el espacio de las relaciones humanas, ya sea el trabajo, la familia, los amigos u otros ambientes interpersonales.
 
Los sistemas humanos que promueven la felicidad (parejas, familias, equipos de trabajo) tienen un fuerte sentido compartido como referente de la existencia de la relación. Tiene un propósito de ser que trasciende las necesidades meramente personales. Trabajan conscientemente por fines sociales y transpersonales.
 
La forma en que las personas felices se relacionan con otros es lo más revelador de ese nivel de bien-vivir. Han trabajado activamente para lograr una aceptación radical del otro como legítimo otro. Desde ese lugar de aceptación, surge la horizontalidad relacional como la forma armónica de convivencia. Si te considero esencialmente igual a mí, más allá de las diferencias accidentales de nivel económico, educacional, étnico, sexual o religioso, me sentiré un par en la relación contigo. No me sentiré superior ni inferior a ti. Entenderé que tu punto de vista y tus creencias son tu verdad, tan válidas como las mías, donde la oportunidad que se abre es construir un espacio conjunto de articulación de nuestra verdad.
 
Las conversaciones fluyen, son muchas y entretenidas, a ratos desordenadas y sin foco. Se está en un espacio liviano, alegre, de co-construcción divergente. Hay alta conectividad. La conversación no es cualquiera. Es un diálogo generativo que abre posibilidades en cada esquina de la conversación, donde juntos vamos tejiendo un nuevo mundo posible de oportunidades y espacios de creación.
 
Eso es lo que da felicidad relacional. Sentirme parte de algo superior e importante, un nosotros fuerte y con sentido, donde tenemos relaciones positivas y poderosas, con formas de diálogo y cuidado que abren posibilidades, y donde sabemos con certeza que los logros y resultados de ese colectivo me trascienden, me hacen mejor persona y me dejan en paz con los otros y con mi misión en la vida, impulsados con la energía esencial de la felicidad: el amor hacia los demás.
 
Referencia:
Citado en: Ignacio Fernández, “Felicidad relacional”, http://ignaciofernandez.blogspot.com/2013/05/felicidad-relacional.html#!/2013/05/felicidad-relacional.html, 18 Mayo 2013

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