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jueves, 13 de marzo de 2014

En busca de la Felicidad


A continuación una transcripción del artículo de Juan Blasco, en relación al pensamiento de griego Demócrito sobre la alegría y la felicidad:

Desde siempre el hombre ha buscado la felicidad; está en su ser racional el deseo de felicidad y permanencia, de que la vida no se acabe. En estos tiempos que nos ha tocado vivir no faltan anuncios de venta de productos que nos facilitan la vida, que nos la hacen más fácil y más bella, más placentera, con menos esfuerzo.

No debemos menospreciar la ayuda que la técnica aplicada a maquinaria –electrodomésticos para el hogar, herramientas en los trabajos manuales, etc.- nos pueden prestar. Pero tampoco hemos de confundir la ayuda que la técnica nos presta, si la utilizamos bien, con que estos adelantos nos van a hacer felices. La felicidad está en otra parte.

¿Dónde, pues, está la felicidad?

El griego Demócrito (s.s. v-1v) en una de sus sentencias morales dice “solo de la moderación de los apetitos y de la armonía de la vida viene a los hombres la alegría”. Se entiende que no se refiere a la alegría pasajera producida por agentes externos –alcohol, drogas, comilonas, etc.- si no a la manera de conducirse como ser racional y libre que es el hombre.

En este sentido se confunden o complementan alegría y felicidad. ¿Cómo se puede ser feliz y no estar alegre? Y ¿Cómo se puede estar alegre no siendo feliz?. La moderación de los apetitos no es suprimirlos o no atenderlos; entonces no seriamos seres racionales formados por cuerpo y alma.

Tenemos unas necesidades corporales que tienen que ser atendidas para conservar la vida. Tan importantes son que Dios ha asociado a ellas cierto placer al comer, beber, descansar...

Entonces esa moderación se refiere al recto uso de esos apetitos según la recta razón –conformarse con lo suficiente dirían algunos- de forma que esa armonía entre el cuerpo y el espíritu permanezca.

La armonía de la vida –también podríamos definirla como unidad de vida- es que nuestra conducta tanto en la familia, en el trabajo, en el descanso, en nuestras relaciones sociales... es siempre la misma. Nuestro comportamiento deja entrever nuestra armonía interior. En los creyentes también se debe notar nuestra fe en el respeto y afecto por las cosas sagradas, las instituciones, por nuestros hermanos los hombres.

Este estar cada cosa en su sitio y su correcto uso conforme a la recta razón nos permite atender con orden y eficacia las necesidades del ser humano, del cuerpo y del alma. Con esto se crea en nuestro entorno un ambiente de sana y apacible convivencia.

Referencia:
-      Citado en: Juan Blasco, “En busca de la felicidad”, http://www.aragondigital.es/noticia.asp?notid=117992&secid=25, 11 Marzo 2014.

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